I don’t care that they stole my idea… I care that they don’t have any of their own.
(No me preocupa que me hayan robado mi idea… Me preocupa que ellos no tengan ninguna.)
Visto en la página de Chris Cureton
Pues el bueno de Nikola Tesla tenía parte de razón. Probablemente no es la actitud que nos sale a quienes nos movemos en cualquier campo del diseño. El plagio es (y así lo sentimos) un robo, evidentemente. Pero claro, si alguien te roba la idea es porque no es capaz de concebir una suya que sea igual o mejor. Eso podríamos tomarlo en cierta medida como un halago, pero también debería ser preocupante para el cliente que «compra» esa idea fruto de un plagio, es decir, robada. Y esto también debería hacer reflexionar a quien se atribuye ideas (diseños, proyectos, imágenes, libros, hasta artículos científicos) que no son suyas.
No hace mucho comentábamos una famosa cita de Pablo Picasso y allí tratábamos de diferenciar el hecho de «hacer tuya» una idea de otro, es decir, incorporarla a tu pensamiento o a tu trabajo, frente al mero plagio, consistente en atribuirte el mérito del esfuerzo de otro. No sé cuáles son vuestras experiencias con respecto a que te roben ideas (bienvenido será cualquier comentario). A mí me ha pasado y es, cuando menos, frustrante ver tu trabajo ejecutado, publicitado o publicado con la firma de otro, en ocasiones incluso con el conocimiento de quien te ha realizado el encargo.
El esfuerzo invertido en el diseño (del tipo que sea, da igual que hablemos de un proyecto -o anteproyecto- arquitectónico que de un logotipo, un cartel, un mueble…) no está bien valorado. Es trabajo, digámoslo así, «intelectual», y eso no «pesa», no tiene materialidad, excepto por el soporte en el que se presenta al cliente. Dicho de otro modo, no es el objeto final, que, en suma, es lo que interesa. Las ideas no tienen precio, y aquí me refiero, precisamente, a que en muchas ocasiones los clientes no son capaces de asignar un valor económico al esfuerzo invertido.
A veces el plagio es indemostrable. Otras veces, simplemente, no merece la pena -por muchas y diversas razones- el esfuerzo de «pelear» por probar tu autoría. Pero, efectivamente, como decía Tesla, lo preocupante es que quien nos ha plagiado carecía de algo mejor que presentar.