Vale, te has planteado o te estás planteando reformar tu vivienda. Es una idea genial, hay mucha ilusión puesta en esa decisión, mucha esperanza en el resultado final… a fin de cuentas es tu casa…. pero, ¿sabes?, te enfrentas a todo un reto…. Al principio puede que todo sean dudas: ¿Cómo empiezo? ¿Cómo gestiono todo lo que se me viene encima -que es no es poco-? ¿Merece la pena? ¿Necesito de verdad hacerlo? ¿Quedará bien? ¿Acertaré en el diseño? ¿Tendré suerte con la empresa o empresas constructoras que contrate? ¿Cuánto me va a costar? ¿Quién puede ayudarme? ¿Es más… hay alguien que pueda hacerlo?
Empiezo con este post una serie de artículos en los que iré comentando cuáles son las ventajas que puede ofrecerte contratar a un arquitecto y en qué puede éste ayudarte a la hora de realizar una reforma en tu vivienda (aunque lo que iremos viendo es, en general, aplicable también a otras atuaciones, como puede ser un local comercial, por ejemplo). Hay casos en los que la legislación actual (fundamentalmente la Ley de Ordenación de la Edificación, aunque también entran en juego otras regulaciones) exige que exista un proyecto redactado por un arquitecto, y una dirección facultativa -habitualmente formada por un arquitecto como director de obra más un arquitecto técnico (o aparejador) como director de ejecución-. Veremos más adelante cuáles son esos casos. Pero lo que va a ir apareciendo en esta serie es aplicable también a aquellas reformas que no precisen -al menos por ley- de un proyecto firmado y visado, las que se conocen habitualmente como «obra menor». Evidentemente, no nos vamos a referir a operaciones que consistan exclusivamente en cambiar unos azulejos, o en sustituir unos sanitarios, o en pintar un salón…. Vamos a hablar de actuaciones un poco más complejas (o mucho), que abarquen desde un sencillo cambio de distribución de los espacios de la vivienda hasta una reforma integral, o una ampliación, por ejemplo.
Ya he mencionado anteriormente en este blog que en muchas ocasiones se percibe la figura del arquitecto con connotaciones claramente negativas. Una de ellas es entender que hay que contratarle y pagarle como si de un impuesto o tasa municipal más se tratara a la hora de acometer una obra. En consecuencia, siempre que se pueda, hay que evitar la figura del arquitecto a toda costa, y, si la reforma entra dentro del concepto de «obra menor» -y en ocasiones a pesar de que no entre-, en el pensamiento colectivo está profundamente enraizada la idea de que no hay por qué contar con sus servicios… es más, es mejor no hacerlo (te evitas problemas, ahorras dinero…) . Nuestra opinión es la contraria -obviamente por interés profesional, claro, pero, sinceramente, también porque hemos visto a muchas personas meterse en «berenjenales» tremendos sin un asesoramiento adecuado y, finalmente, pasarlo francamente mal, o, simplemente, obtener unos resultados muy por debajo de sus expectativas. Creemos firmemente que contar con los servicios profesionales de un arquitecto evita problemas e incluso puede suponer un ahorro.
Por ello, en esta serie voy a tratar de explicar todo lo que un arquitecto te puede aportar a la hora de reformar tu vivienda (vale, contarlo «todo» es imposible, dejémoslo en «gran parte»). Dicho de otra manera, intentaré enumerar los servicios que puede ofrecerte un arquitecto en esa situación, qué ventajas -y son muchas- supone contar con él. De esa manera, además, resultará más sencillo entender qué honorarios percibe y en concepto de qué los percibe, así como por qué te merece la pena realizar ese desembolso.
Una última puntualización: el conjunto de servicios que te ofrece el arquitecto serán aquellos que tú le solicites. Te puede ayudar en un aspecto, en dos, en diez, o en todos los que comentaremos en la serie. Dependerá de lo que acuerdes con él -y cobrará en consecuencia, claro-.
Por tanto… permanezcan atentos a este blog…. Seguiremos con la serie pronto :).